Ama o sirvienta? y muy puta...!

Escribía Oscar Wilde, que resulta de todo punto monstruosa la forma en que la gente va por ahí hoy en día criticándote a tus espaldas por cosas que son absolutamente y completamente ciertas. 

Y es que, en el impetuoso y no menos atrevido alarde sensacionalista, ha llegado hasta mí la terrible noticia sobre los comentarios que ha realizado la actriz de la peculiar serie "Big Bang Theory" entre ellos: «Me gusta servir a mi chico».  

Cosa que ha enfurecido a esas miles de mujeres fascinantemente libres y cuyo destino es acabar muy solas. Esas que tanto me enternecen cuando mandan a sus maridos a que aprendan a planchar y a tener la casa limpia mientras ellas se toman un amargo café, sin azúcar (pecado) y se ríen con sus amigas de lo amaestrado que tienen al maridito.

La actriz Kaley Couco ha desatado la polémica entre la feministas por unas declaraciones realizadas a la revista americana «Redbook» en las que afirma que no es feminista y que le gusta servir y cuidar a su chico: «Cocino para Ryan cinco noches a la semana, me hace sentir como un ama de casa y eso me encanta. Sé que suena anticuado, pero me gusta la idea de las mujeres que cuidan de sus hombres. Me gusta llegar a casa y servirle. Mi madre también era así». 

Veamos ahora cuántos hombres se quejarían de esto, y no me refiero a leerlo, sino, y lo sé de primera mano, que a más de uno y de dos les hace falta una mujer entregada, que viva por y para su marido, que se desviva por él, que se entregue a él en toda su plenitud, que sea su doncella de día y sin quitarse los tacones sea su puta de noche. 

Las remilgadas feministas que solo interponen barreras en el matrimonio terminan convirtiéndose en sus amigas, o en el mejor de los casos en sus madres... y ya sabemos como termina la historia: "el que tiene madre en vez de mujer, se echa novia" y esto lo dice un reputadísimo médico de Murcia cuyo nombre no viene al caso. 

La mujer tiene que ser una dama en la calle y una puta en la cama, servirlo en lo que guste, mimarlo, cuidarlo, meterte en la ducha con él para que quede bien limpito... Ese arte, se tiene o no se tiene, y por supuesto no todos los hombres sirven, yo hasta llegar al tercero no lo había logrado. 

Mi abuela me enseñó, que al marido hay que tenerlo contento (ahí entra lo que cada cual quiera añadir de picante) por que de esta manera una puede entrar y salir cómo y dónde quiera y si me apuras sin explicación. ¿Saben ustedes por qué? Porque un hombre feliz, un hombre satisfecho, limpito, con su café, su libro y su relax después del coito, pocas ganas tendrá de meterse en la vida de su mujer. 

Vivirá y la dejará vivir y lo que es mejor aún, estará deseando verla entrar por la puerta de casa y la recibirá con un halago y un beso. Los otros maridos, esos que sus mujeres abandonan en pro de los hijos y se escudan en ellos para descuidarlo, esas son las que un día comienzan a ver cambios, una sonrisa al sonar un mensaje, perfumarse antes de ir a por el pan, no pedirle tanto el ir a la cama por no pasar antes por la farmacia a por la imprescindible aspirina... Esas, los pierden. 

Pero gana espacio y libertad cuando su matrimonio se acaba, porque esas feministas no han nacido para ser ni madres ni esposas, y esto no es ni bueno ni malo, es una realidad. Como realidad es la excitación que me sugiere el visionado de la obra de Courbet donde el pintor mira extasiado "el origen del mundo"... obra en la que la mujer y su plenitud son expuestas para el deleite más absoluto y en la que las feministas mas exacerbadas no han dudado en ofrecer sus cuerpos, eso sí, para irrumpir e interrumpir leyes naturales. 

Me gustaría a mi ver a una de ésas o de alguna que ustedes tengan a mano, posar de esta guisa ante su marido para que descubra el origen de la vida, que no es otro que el placer de disfrutarse, de mirarse, de servirse, de entregarse ya sea al misionero o al butanero. 

Chagall diría que el arte es sobre todo un estado del alma. Pues el alma, cuando vibra en consonancia con la canción que emite el otro cuerpo, alcanza el verdadero sentido de nuestra existencia, el orgasmo. ¡Y díganme que no! Prefiero ser puta, muy puta, mientras creo fantasías en la mente de quien tengo delante y logra fascinarme, al anochecer, con sus trepidantes letras de amor. Quizá sea servilismo, pero mientras yo le sirvo y me entrego, obtengo el mayor de los placeres cuando el plumero, adquiere otras funciones. Ustedes me entienden... Que la noche de Reyes les traiga un poquito de imaginación, pluma y a crear!!!

*El origen del mundo, realizado en 1886 por Gustave Courbet*

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