Más vale ponerse morado una vez que rojo toda la vida, éso debió pensar Rajoy.

La observación, la pausa y la distancia de un retiro temporal y obligado dan una perspectiva maravillosa de los acontecimientos.

Testigo como la que más de un espectáculo bochornoso y dantesco, digno de cualquier guión peliculero de los que se guardan en un cajón, he asistido entre sonrisas heladas y muchas palomitas a lo que viene siendo la mayor farsa de la historia política de la que yo sea consciente (peco de memoria selectiva, así que adelanto mis disculpas).

No soy buena vaticinando el futuro, al menos cuando paso de pensarlo a expresarlo en voz alta (el resto se cumple a rajatabla, que me crean o no es cuestión de fe, ciega absolutamente). Y para que vean cómo me equivoco, tengo la certeza de que al PP le interesan unas terceras elecciones, por ello de cumplir con la consabida tradición que reza el refrán, típico consejero del españolito de a pie: a la tercera va la vencida...! aunque si con los matrimonios no funciona, imagínense con las urnas. 

Razones le sobran, votantes también, tantos que van a hacer lo indecible por, después de verle el culo al PSOE y hacerle claudicar con la amenaza en ciernes de la alianza de los separatistas (ideada por Podemos, al cual le deben y deberán eterna pleitesía), disputarse en el nuevo bipartidismo desteñido la gobernabilidad de un país que ni los unos cuidan ni los otros quieren. Y entre estos dos, seguro que no necesitan mediador, si no al tiempo.

Hemos pasado del rojo al morado y de la izquierda a salirnos del mapa. 
Y es que aquí el que no arriesga no gana, y Rajoy con su pléyade de señoritos acomodados nos habían instalado en el día de la marmota, obligándonos a pensar que ésto sólo se solucionaba de nuevo en las urnas (cuestión subliminal que a nadie medianamente listo se le escapaba).

La nueva gestora del Psoe, (marca blanca del mismo Psoe), entre vaivenes, congresos y comparecencias intentando apaciguar a unas bases convulsas, o al menos mantenerlas distraídas, se abstendrán bajo el patriotismo recosido de la marca andaluza agotando fechas para no elegir a tiempo un nuevo líder, y a posteriori convocar sus primarias que, con muerte o no es una crónica anunciada donde volverá a triunfar Sánchez porque así lo reclaman sus bases, y si no las de Podemos (que son sus hijos).

Tendremos Gobierno, tendremos oposición, Sánchez habrá mantenido su eterno NO, y como mártir torturado por el desleal compañerismo (fingido, para salvar los muebles), estaremos como cantaba la Jurado, otra vez "en el punto de partida".

Si nada de esto se cumple, habrá Gobierno igualmente, no sabemos cuándo ni dónde (porque si entra Podemos y sus secuaces a tocar pelo, quizá nos cambien hasta la nacionalidad).




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